Hace muchos años, en “Martín Hache”, Federico Luppi le decía a Juan Diego Botto que la Argentina no era un país, sino una trampa. La película dirigida por Aristarain parecía en 1997 describir una situación recurrente de nuestra historia. Siguiendo algunas referencias sociológicas, el protagonista de este film (un argentino emigrado a España) le decía a su hijo que “la patria es un invento, que al fin de cuenta, nos sentimos parte de muy poca gente. Tu país son tus amigos” e insistía en que no había posibilidad de cambio, ya que se trataba de “un país saqueado, depredado” y en el que los que efectivamente manejaban el poder, no dejarían que nada cambiara. Hache hijo, desde una posición de antagonismo, afirmaba que siempre era posible pensar en cambiar.
Estamos en otoño por estas tierras y tras algunos breves descensos de temperatura, nos encontramos en vísperas de un nuevo aniversario de la guerra de Malvinas. El presidente despliega con fuerza acciones vinculadas al achicamiento del Estado mientras insulta a otros mandatarios de la región. Por día se cuentan cientos de despedidos de trabajadores que de la noche a la mañana pasan a no tener ingreso fijo para el sostenimiento de su vida y la de sus familiares. Conocidos de toda la vida, comentan las publicaciones de redes sociales celebrando las medidas, sin importar a quiénes afectan. De las góndolas desaparecieron algunos productos que hasta diciembre conseguíamos (como el café tostado y ciertas marcas de dentífricos y desodorantes) y los precios avanzan en un ritmo desquiciado, quedando la carne y los productos de higiene casi como artículos de lujo. Sumado a esto, se agrega una problemática vinculada con los mosquitos transmisores de dengue, cuyas cifras de contagios son alarmantes, las vacunas inaccesibles para la mayoría de los bolsillos y ningún organismo realiza campañas de concientización. En esta semana, tres contactos cercanos atravesaron episodios de fiebre y dolor corporal producto de esta situación. Prender la televisión es someterse todos los días a noticias horribles vinculadas con la inseguridad y el aumento desproporcionado de la pobreza.
A la luz de los acontecimientos del tiempo presente, desearía establecer un diálogo imaginario con los protagonistas de Martin Hache. Quizás por la propia dinámica de la vida social en este terruño tan polarizado, oscilaría entre el argumento del padre y del hijo. Y por supuesto, me engancharía en las andanzas de Dante y Alicia.