Mordes la mandarina para pelarla
porque casi no tenés uñas
te siento de cerquita ese olor cítrico
te pido un gajito y me das tres
lo rechazo, para que me des uno.
Los colores de nuestras pieles son tan distintos
nos divierte mezclarlos para inventar tonos nuevos
pintar cada contorno
hasta que las vecinas golpean la pared .
Son tantas las ganas
que no me importa acabar en las sábanas una y otra vez
aceptando el sacrificio de lavar con semejante humedad.
La cama está rota, como con pozos
me gusta conservarla así
para recordarte cada vez que te vas.