Coqueteando siempre
con la idea de una próxima huida
un escape sin sentido
como tantos otros.
Con todo el pelo para el costado
al ras del aire del ventilador
pienso en mi psicóloga
y en los bares.
Diario de mis tramas narrativas
Coqueteando siempre
con la idea de una próxima huida
un escape sin sentido
como tantos otros.
Con todo el pelo para el costado
al ras del aire del ventilador
pienso en mi psicóloga
y en los bares.
En Rosario
medio invisible
caminabas como perdida
buscando alguna respuesta.
Yo me tiraba en la ducha con la puerta abierta
mientras desde el comedor
me contabas de tu fascinación
por esa novela de Manuel Puig.
Fumabas conmigo cada tanto
bailabas poseída
y te gustaba escucharme cantar.
Antes que otra cosa
fuiste poesía
pasajera de versos propios
y ajenos.
Romantizar la cuarentena
nómades
de la cama al balcón.
Cogimos tres veces el domingo
ni una el sábado
y te extraño
el lunes a la tarde.
La histeria se disfraza
se vuelve contra sí misma
un enojo esconde otro enojo
o un miedo.
Una semana en que la soledad impuso su reinado
la ciudad se detuvo
su majestad se pasea airoso.
Tengo té de ensueños
servido en una taza con platito
una asfixiante necesidad de abrazar.
Imagino salvoconductos posibles
mientras se pierde la ilusión de un jueves
cuando llega la noche
y no estás.
Cada dos horas
le doy una nueva vuelta al torniquete del caño
para evitar el goteo
de la pérdida.
Te tiro algunas frases en italiano
como intentando crear un aire de cercanía
y hacerte reír
como si estuviésemos juntos.
Tirados en la alfombra
tomando café en un tazón
con alguna de esas galletitas de algarroba
que solo te gustan a vos.
Nuestros amores
la ironía descarnada
las risas
los rincones
la distancia
el miedo.
Los abrazos en silencio
el encierro
la muerte
la cuerentena
la vida.