Ojos traspapelados en alguna perdida bitácora
dolientes
suspendidos
enmarañados en la desnudez.
El trípode en el borde de la cama
intentabas un plano entero mientras me hacías preguntas
poesía, vacíos existenciales, locura
no recuerdo.
Me prendí un pucho
se detuvieron las miradas en una mezcla de deseo
y hostilidad
hundiste uno de tus dedos en mi boca
embebido de miel prístina.
Sombras humeantes
restos de bebida en las copas
amanecer extasiado un domingo
oliendo tu cuello, detrás de tu oreja.