Tiempos

Sentir con las plantas de los pies

Cuando el viento empieza a soplarte la cara, la brisa suave y fría del invierno te hace despertar ¿Qué es despertar? Uno despierta cuando todas las mañanas cual rutina acostumbrada, nos levantamos, nos lavamos la cara, los dientes, desayunamos y salimos a trabajar, sin siquiera detenernos a pensar, a sentir, a mirarnos en ese espejo que vemos cada mañana. Nosotras vemos el espejo, él no nos muestra nada.

Y vemos lo que preconcebimos, lo que mamamos, lo que elegimos como nutrición desde que estábamos en nuestro útero, en nuestro refugio, en nuestro hogar. El viento sopla, nos sopla y con ellas nuestras ideas, nuestras imágenes mentales, nuestras prenociones ¿Qué de todo aquello es realmente lo que sentimos?

¿Cómo lograr el conocimiento de una misma que nos permita realmente desear lo que nos gusta, lo que nos importa, lo que nos interesa? ¿Cómo generar que aquellas palabras, esas actitudes, estos mandatos…

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Cuando a la ciudad no le sientan bien los sombreros

Excelente, simplemente hermoso 🙂

Sentir con las plantas de los pies

Antes de llegar se permitió relucir todos sus excesos: ideas, miedos, fantasías y pensamientos.

Había nacido en una ciudad donde circulaba un gran río y quiso llegar a un pueblo con mar. Con su amigo, con quien viajaba, compartían la misma ciudad de agua dulce y una fértil imaginación. La elección fue azarosa; pocos días habilitaban la retirada y el destino era un bosque donde los duendes surfeaban junto a las olas. Pueblo mágico: encantado, anunciaban los letreros, ni siquiera lo dudaron y allá fueron.

Allí divagaron entre charlas, análisis y pensamientos. Recorrieron sus calles, escribieron, caminaron y discutieron. Finalmente cuando frenaron, cuando decidieron tomar un respiro, hacer un alto, ver concretamente el lugar elegido, se dieron cuenta: todo lo que allí lo rodeaban eran excesos. De virutas de pino, de mar, de arena pero también de cuerpos, de molestias, de comidas y desvaríos.

Entonces ellos vieron que los excesos…

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La Huída

Vimos juntos el documental sobre Perlongher

Esa noche te dormiste arrolladita en el sofá

como un pompón de lana

Te miraba dormir sin saber que estábamos sellando en silencio

una huida conjunta

un escape

Santafecino

Extraño muñecote de goma espuma

Gato gordo sentado al fuego de una llamita de luz

En una casa habitada por seres errantes.

Te vestís de largo traje verde

Casi idéntico al principito

Ensayas tocar el tambor de candombe

Con inusitada pasión.

La guitarra, la llevás de adorno

Sabés que a las minitas les gusta así.

Las zapatillas siempre sucias, camarada

Y un ritmo de vida fantasmal

Con sobrados tiempos para el cine

No sabemos quién sos, Guillermo

Si llegaste en verdad o si sos imaginario

Tampoco eso importa

Sabes jugar

Y es divertido fumar con vos

Niños 1

Improvisado campamento en el living

Fascinación por cineastas

Herzog, Bergman, Bertolucci, Godard

Calenturas ocasionales, transeúntes

Disfraces en domingos lluviosos

Gorros, trajes y camisas

Danza infinita en libertad noctámbula

Escritura sangrante en copas de vino

Dolor ante lo real, fractura necesaria

Borrachos y sonrientes en el supermercado

Recreo para algo dulce y regresar a casa

Pasaron los días así, desgarrados

Jugando, alejados de la toxicidad imperante

De un mundo absurdo y hostil

Hermosamente libres.

Mis amigas no usan zapatos

Mis amigas no usan zapatos

Imaginan caminatas de estrellas en el mar

Tejen destinos inciertos con caracolas

y retazos de tela vieja.

Juntas en los recitales reparten sutiles miradas

Vuelan y le hacen el amor a los tipos con desdén,

Casi como actos de magia

De algún trasnochado ilusionista.

Se levantan de mal humor y se duermen ya entrada la noche

Con ceño fruncido, transpiran y no parecen sentir miedo

Reniegan de la histeria y discuten el patriarcado

Aman con intensidad

No son de éste mundo.

Beat

Preparen los pinceles

otra caja de botones oxidada

secuestrada a la basura

y pronta para el ensayo.

Nada de patitas

en zapatillas viejas y rotosas a la tarde.

Tampoco gorra guevarista

muy poco de Revolución y de Fidel

en ese fetiche de tela verde.

Yo prefiero el gorro coya

de la feria Boliviana en Baires

Lezama, sábado invierno.

Fotografías, grafitis de sueños, el universo

relámpagos en destellos pintados

lo fútil deviene ornamentación

Decoración de una casita de calle Piedrabuena

Entre peluches gigantes, pinceles y gorros cubanos

Remontemos un globo rojo.

Pintemos la caja

Y prepará la maquinita graciosa para armar

La noche hoy invita al delirio

De ser niños risueños.